Sunday, May 14, 2006

De los amores prohibidos (o de Ellos y yo)

Los amores prohibidos son múltiples: desazones, vicios, infidelidades, homoerotismos, languidecimientos, atenuaciones morales, etcétera. Sin embargo, todos están investidos de alguna sustancia que los hace latentes en carne y alma. "Este perfume intenso de tu carne" (dice Novo). Quizá la prohibición los hace atractivos: un típico plato que, desde el Génesis, nos antoja de su delirio, ¿una manzana, serpiente? ¡Qué ganas de soltar la rienda al superyo y a las restricciones para vivir el desliz más tirano e inimaginable! Olvidar la ética, soñar, "parar en otros puertos nuestro velero" (Sabina) o "colgar en otro cuarto el sombrero" (Sabina). A veces se gana. Es cierto, a veces se pierde doble. Sin embargo, ¿por qué "ellos saben reír y gozar y yo, sólo sé llorar"? Tal vez hay que auscultar ese terreno de la prohibición. "Soy ese vicio de tu piel que ya no puedes desprender, soy lo prohibido" (Canción). ¡Qué ganas de un cursillo acelerado de besos de tornillo!" (Sabina). Orgías, ménages, frees... Al final, ¡que tire la primera piedra el que esté libre de pecado! o como decían los aztecas: "Oh pececito mira por ti quien se podrá guardar de tantos lazos y redes como hay en este mundo".

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