Sunday, May 07, 2006

Historia que no quiero borrar: un recuerdo que me sigue


Parte todo de una visión. Es sutil y naciente. Ahí estás al alcance de mis ojos con tus rizos negros, ésos que me provocan. Mi vista no se separa de ti –te sigue–, no puede distraerse de tu pelo; ése que me fascina. Parece que hablo con alguien más, pero la mente en realidad vuela a tus ojos y a tu persona. Eres una revelación. Te presentas como el ser vivo que me desconcierta: ¿un regalo, un vicio, un pecado?... Saltan imágenes durante el tiempo que permaneces: las de asirte, las del futuro, las de escapar, las de dejarte ir. Mi turbio sentimiento decide crearte una imagen; una imagen de ensueño. Pero la concupiscencia hace lo suyo: el deseo de besarte, de pasar mi mano árida por tu cabeza, de ver más cerca el ámbar de tus ojos. ¡Qué huracán de emociones y voluptuosidades! Desgraciadamente tu cercanía es corta y todo termina en algunos minutos que se vacían, irremediables. Yo me quedo pensando y luego te busco. Por los pasillos, por los corredores, por los patios y los recintos. No vuelvo a tenerte, pero me resisto a borrar tu recuerdo. Me acompañas como el mejor de los pretextos para la ilusión. No me canso en mi búsqueda, la que no termina. Aún pienso encontrarte en los vértices, en algún ángulo de alguna parte. ¿Cómo saber de ti? ¿Cómo encontrarte? Fugaz fue mi nombre, hoy es el tuyo. Sin embargo, persistes y me sigues. Me duele dejar la imaginación del anhelo de conocerte. No borro tu recuerdo, seré fiel a él para seguirte.

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