Saturday, June 24, 2006

Nocturno I


Si la noche es compañera en su ráfaga lunar que me congela,
el aliento de tu eco es un espacio que se extingue en su torrente;
piezas de un cosmos que se desordena en la redención inaccesible,
porque has dejado que me muera en una estrella inmutable y sola.

Si de todas las formas preferidas que yo tengo te convoco en una,
ha habido un sentir de poco en las florescencias tuyas,
es tu retórica de sentires y virtudes que me gustan,
a pesar de su audacia que es una pragmaticidad de lucideces.

Muerte, pecho y niebla son dulzores que ya no me animan, sí envenenan,
discuros que en sus tropos de estructura son malsanos;
imágenes de dicha, jugo y raíz, lugares comunes que me hallan sin salida,
para aprehender la venida y la partida que me marchita.

Vente un minuto a este surtidor; imprégnate de mis perfumes que son buenos,
aparta las dudas que hay en necedades de discursos y dame un
poco de esa juventud que tan bien llevas por las partes.

Soy un inacabado infortunado que se derrama en lo que siente;
yo te llamo pues tus dones son tan claros, aunque ignore si las restricciones
son verosímiles letras que desgarran las ideas y los proyectos.

Dejo en tus lazos y en tus fuegos mis consuelos; sólo son pequeños seres,
recreados en las historias precedentes, mas no olvidan su nostalgia y su deseo;
muero en ti, dualidad de oscuridad y de promesa; una fábula o un terror aventurero.

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